"Estuviera mucho tiempo enfermo. Cuando llegó el día de salir del hospital, apenas sabía andar, casi no recordaba el que era. Haga un esfuerzo, me dijo el médico, y en tres o cuatro meses volverá a habituarse a las cosas. No lo creí, pero de todos modos seguí su consejo. Me deshauciaran, y ahora que desbaratara sus predicciones y seguía misteriosamente con vida, ¿qué otra cosa podía hacer sino vivir como si tendría todo un futuro por delante?". (La noche del oráculo, Paul Auster)
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